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martes, 21 de mayo de 2013

En algún lugar… La nueva internacional

En algún lugar… La nueva internacional por Laura M. López Murillo Miércoles, 22 de Mayo de 2013 00:07 En algún lugar… La nueva internacional En algún lugar del desencanto, donde se registran todas las atrocidades cometidas en la faz de la Tierra, se detectó la expansión incontenible de un virus corrosivo y flagelante que destruye las moléculas de la condición humana... Al margen de la aldea global y en un recinto blindado contra los dogmas se reunieron los científicos, los sabios y los expertos para determinar el momento exacto en que incluyó el odio a las diferencias en la lista de los patrones culturales. Los geógrafos examinan la cartografía de las furias irracionales, los historiadores revisan las crónicas de la maldad, los arqueólogos examinan los vestigios del castigo, los médicos analizan la anatomía de la violencia, los antropólogos observan las manifestaciones del rechazo, los expertos en el lenguaje redefinen la extensión del pronombre “nosotros” y los poetas se afanan por encontrar la otredad perdida. No se sabe a ciencia cierta cuándo, cómo, dónde y por qué surgió el parámetro que divide a la aldea global en categorías decadentes; tampoco es posible atribuir la autoría del canon de la discriminación a un solo personaje. Lo que es un hecho comprobado es el avance incontenible de los odios sociales, tendencia retrograda que extermina los ideales de la contracultura del siglo XX porque la tiranía de los estigmas es un flagelo social que no disminuye, ni se atenúa; al contrario, tiende a expandirse y arraigarse en las nuevas generaciones. Entre los primeros resultados del cónclave de los sabios figura la secuencia en la lista negra de las causas para la exclusión, el repudio y la violencia: inicia con las razas y el origen, el género, las creencias y los cultos; continua con las orientaciones sexuales, el estrato social, los autores preferidos, el poder adquisitivo, la ideología política; los rasgos recientemente incorporados al infame listado son la obesidad, la vejez, la migración ilegal, la obvia vulnerabilidad. Pero el indicador más alarmante es la dispersión en el margen de la edad: la capacidad para infringir dolor equiparando la violencia y el éxito traspasó el rango de la adultez para contaminar a los adolescentes y a los niños. Y éstas son las evidencias incuestionables del deterioro paulatino en las fibras sensibles de la humanidad, el odio a las diferencias germina sin conocimiento de causa y la intolerancia se exacerba en mentes débiles, volátiles y acríticas. En estas circunstancias, es ingenuo suponer que la celebración de un día contra las vertientes de la discriminación será suficiente para despabilar a las conciencias envilecidas y alienadas. El respeto a la diferencia que solía involucrar una pisca de generosidad ahora se confunde con la indiferencia, que es una forma de crueldad; actitud predominante que detiene el avance de un ideal históricamente postergado. Alguna vez se promulgó el derecho a la felicidad como una garantía jurídica; sin embargo, los senderos para buscarla se obstruyen o desaparecen en la construcción de un entorno implacable. La amenaza es inminente y los sabios trabajan sin descanso buscando la solución a esta pandemia; en un acto desesperado lanzaron una convocatoria planetaria: es un llamado a todos los marginados de la Tierra a unirse para defender el derecho a la felicidad y luchar contra la tutela del odio, es el reclamo de la igualdad como una prioridad global y es el poema esperanzado que reivindica el género humano internacional. No! … La nueva Internacional no se difunde en los medios masivos ni recorre las redes sociales pero puede escucharse en una frecuencia de bajo espectro donde las ondas sonoras esparcen la certeza imperecedera de construir un mundo mejor. Será necesario afinar el oído y templar el corazón para combatir y erradicar ese virus corrosivo y flagelante que destruye sin piedad las moléculas de la condición humana… Laura M. López Murillo es Licenciada en Contaduría por la UNAM. Con Maestría en Estudios Humanísticos, Especializada en Literatura en el Itesm. http://www.argenpress.info/2013/05/en-algun-lugar-la-nueva-internacional.html

jueves, 9 de mayo de 2013

TIERRA, AIRE Y AGUA SON INDIVISIBLES…

«Mi mundo, mi Tierra, es una ruina. Un planeta arruinado por la especie humana. Nos multiplicamos y nos devoramos unos a otros y peleamos hasta que no quedó nada en pie y entonces perecimos. No dominábamos ni nuestros apetitos ni nuestra violencia; no nos adaptamos. Nos destruimos a nosotros mismos. pero primero destruimos el mundo. Ya no quedan bosques en mi tierra. El aire es gris, el cielo es gris, siempre hace calor.» Ursula. K. Le Guin TIERRA, AIRE Y AGUA SON INDIVISIBLES… ESTOS SON NUESTROS BIENES, SIN ELLOS NO HAY VIDA En un campo natural, en una pradera, se producen productos que tú y yo, consumimos, productos tangibles: carne, leche, legumbres, hierbas, frutas, miel… Criamos ganado y con el ganado a su vez generamos otros subproductos. Los sistemas naturales producen un equilibrio y control. Centenas de especies controlan biológicamente las plagas y hacen que el hombre ahorre gran cantidad de pesticidas porque la propia fauna tiende a controlar y anular esas plagas. Cuando hay un cierto desequilibrio el hombre aplica un plaguicida, pero la naturaleza es sabia y muchos de esos intentos se vuelven innecesarios porque ella los está controlando. Un ecosistema contiene servicios de control biológico, de autoregulación . Si hablamos de turismo este es un servicio generado por el hombre pero que se basa en prestaciones de la naturaleza. Tú tenés un paisaje, una prestación, un servicio ambiental, pero si yo te planto un monte de eucaliptus se te acabó el paisaje y ese ecosistema, ese «servicio ambiental» queda cancelado. En agricultura siempre el ambiente está dando esa duplicidad, productos y servicios. El costo de perder esa doble cualidad, es mucho mayor que muchas de esas producciones que tan alegremente contabiliza el gobierno en sus cuentas nacionales. La contabilidad económica convencional sólo refleja las cuentas de los productos, lo demás considera que no existe, no lo asume, no existen los costos ambientales. TIERRA, AIRE Y AGUA SON INDIVISIBLES…. LO COMPRAN TODO POR LAS BUENAS O POR LAS MALAS Cuando estos proyectos: forestales celulósicos, sojeros o mineros se apropian del país, comenzaron a destruir, en muchos casos irreversiblemente, un servicio ambiental que no está contabilizado en las cuentas de la macroeconomía. Quién paga esos costos? No lo pagarán los políticos que le ponen la alfombra roja en el aeropuerto a estos macroemprendimientos, esos costos los pagará la sociedad, todos nosotros. Y no lo pagarán las empresas que se largarán del país cuando las reservas que explotan ya no tengan más nada para dar. Estas poderosas empresas lo cooptan todo, al juez, al comisario, al sindicalista, al trabajador, a diputados y ministros. Así penetran las empresas, nosotros nos adormecemos y soñamos con muchas Botnias, y ellas se apoderan de todo el ambiente. Lo compran todo por las buenas o por las malas. Paco Espínola decía en diálogo con el Diablo, «Pucha que había tenido poderes Usted…» Se han enajenado los recursos, se están entregando los bienes naturales a «las fieras», gracias a tratados secretos de protección de inversiones y a leyes atravesadas de excepciones que facilitan el despojo de los suelos y contaminan la tierra, el agua y el aire. Las autoridades ocultan y manipulan la información, no confiemos en sus cifras ni en sus declaraciones. El gobierno, rodeado de asesores que pagamos todos, no busca resolver los problemas sino taparlos. El que se opone, «pone palos en la rueda», será descalificado o difamado, cuando no criminalizado. ¿Pero cuantos de nosotros compran productos naturales que no producen las grandes empresas? Ellas son las «fieras» pero si nosotros cómodamente seguimos consumiendo lo que ellas producen, contribuimos a reproducir el sistema. Por otro lado comprar productos naturales de producción orgánica sigue siendo caro, no es para cualquiera. También esto se a vuelto un privilegio, es el nuevo mercado que acceden las clases altas. TIERRA, AGUA Y AIRE SON INDIVISIBLES… AHORA EL AGUA SE ESTÁ PUDRIENDO Nosotros, en Montevideo, sentimos un par de días el mal olor y el mal sabor del agua. También notamos la escasez de ciertos alimentos, su mala calidad o el precio que se va por las nubes. Los productores saben de esta contaminación porque la sufren en carne propia, vacas y peces muertos, ovejas enflaquecidas... Además de la contaminación en el suelo y el agua, a consecuencia de los agrotóxicos y contaminantes químicos que resulta de los emprendimientos sojeros, arroceros, forestales, mineros, frigoríficos... y aunque ya se sabe lo que nos deparará Aratirí, la realidad superará las profecías. En 2004 hicimos un plebiscito para impedir la privatización del agua, ahora el agua se está pudriendo. Además de exportar rolos de eucaliptos, pasta de celulosa, soja transgénica, el país exporta alimentos, carne y ganado en pie, arroz, leche y todos sus derivados. Mientras tanto a nivel nacional perdemos soberanía alimentaria, perdemos variedad y calidad de alimentos, al mismo tiempo que sus precios suben descontroladamente. Y hay sectores de la población que viven en la absoluta pobreza a los que les resulta muy difícil mal alimentarse. TIERRA, AGUA Y AIRE SON INDIVISIBLES… NO SEAMOS AUTOCOMPLACIENTES NI CÓMODOS Estos megaemprendimientos están acabando con la producción familiar de chacareros, huerteros, quinteros, tamberos, queseros, apicultores... ellos son quienes producen la mayor parte de nuestros alimentos. Y están acabando con una cultura de vida… con muchos saberes que ya comienzan a perderse en este delirio en aras de los números de la macroeconomía. Todo es mercancía…la tierra, las costas… todo está a la venta, está acabando una forma de vida…una cultura de vida vinculada a un paisaje… a una fauna, una flora. Estemos atentos, activos, no seamos autocomplacientes ni excesivamente cómodos. Este modelo mundial en el que nos ha metido toda la clase política es depredador además de insostenible. Nos ofrece una «calidad de vida» engañosa… Celulares, plasmas, autos todo terreno. El consumismo es un simulacro de felicidad y reconocimiento social y, para los que nada tienen, un simulacro de inclusión social. Nuestra mirada no es ingenua, ni romántica. Sabemos de otras experiencias, otros modos de mundo que apuestan a la vida y no a la muerte. ESTAMOS PREOCUPADOS, OCUPÉMONOS DE NUESTRAS VIDAS SINGULAR Y COLECTIVAMENTE. PREOCUPÉMOSLOS! HOY ESTAMOS TAN LEJOS DE FRENAR ESTE MODELO QUE, SIN EMBARGO, CON NUESTRA RESISTENCIA, QUIZÁS ESTEMOS CERCA URSULA, WALTER, EL MONJE, EL GATO Y OTRAS...

domingo, 21 de abril de 2013

El final del camino para las fábricas deslocalizadas? Immanuel Wallerstein

El final del camino para las fábricas deslocalizadas? Immanuel Wallerstein esde que existe una economía-mundo capitalista, un mecanismo esencial de su funcionamiento exitoso ha sido la fábrica deslocalizada. Tras un periodo significativo de acumulación de capital por las llamadas industrias líderes (por lo común 25 años), el nivel de ganancias termina bajando, debido a que el cuasi monopolio de la industria líder se debilitó y a que aumentaron los costos de la mano de obra a consecuencia de acciones sindicales de algún tipo. Cuando esto ocurría, la solución era que la fábrica se "deslocalizara". Esto significa que el sitio de la producción se transfería a otra parte del sistema-mundo que tuviera "niveles de salario históricamente más bajos". En efecto, los capitalistas que controlaban las industrias líderes intercambiaban costos de transacción mayores por los menores costos de la mano de obra. Esto mantenía un ingreso significativo para ellos, pese a ser menor que en el periodo previo, cuando todavía mantenían el cuasi monopolio. Los costos de la mano de obra eran menores en la nueva locación, porque la fábrica deslocalizada reclutaba mano de obra de las áreas rurales que antes estuvieron menos involucradas en la economía de mercado. Para estos trabajadores rurales la oportunidad de trabajar en estas fábricas deslocalizadas representaba un aumento en su ingreso real, mientras los dueños de la fábrica deslocalizada le pagaban a estos trabajadores menos que a aquellos que habían trabajado en la locación previa. Esto es lo que se conoce como una solución donde "ambas partes ganan". El problema con esta solución, aparentemente maravillosa, ha sido siempre que no es duradera. Tras otros 25 años, aproximadamente, los obreros en la nueva locación comenzaban a emprender acciones sindicales y el costo de su mano de obra comenzaba a subir. Cuando subía lo suficiente, los dueños de la fábrica deslocalizada tenían una opción real única –volver a dislocarse. Entre tanto, se iban construyendo nuevas industrias líderes en las zonas de riqueza acumulada. Así, siempre ha habido un constante movimiento de la locación de las industrias de todas clases: ¡cuasi monopolios tras cuasi monopolios!, ¡fábricas deslocalizadas tras fábricas deslocalizadas! Esto ha sido una maravilla del ajuste capitalista a un largo proceso de cambio constante de circunstancias. Sin embargo, este maravilloso sistema ha dependido de un elemento estructural: la posibilidad de hallar nuevas áreas "vírgenes" para relocalizar las fábricas deslocalizadas. Por áreas vírgenes quiero decir zonas rurales que han estado relativamente poco involucradas en la economía-mundo. Sin embargo, durante los últimos 500 años hemos venido "acabándonos" tales áreas. Esto puede medirse de manera muy simple en la desruralización de las poblaciones mundiales. Hoy, dichas áreas rurales se han reducido a una minoría de la superficie del mundo y parece probable que para 2050 sean una muy pequeña minoría. Para entender las consecuencias de esa desruralización masiva necesitamos referirnos a un artículo del New York Times del 9 de abril. Se intitula "Hola, Camboya". El artículo describe el "vuelo" a Camboya de fábricas que están abandonando China debido al aumento de los niveles salariales en China, un previo receptor de tales fábricas deslocalizadas. Sin embargo, continúa el artículo, "las compañías multinacionales se están encontrando que pueden correr de los crecientes salarios de China, pero no pueden esconderse de verdad". El problema para las multinacionales es que la increíble expansión de las comunicaciones ha ocasionado el fin de esta situación donde ambas partes ganan. Los obreros en Camboya han comenzado las acciones sindicales después de unos cuantos años, no tras 25 años. Hay huelgas y presiones en pos de salarios más altos y beneficios mayores, y los están consiguiendo. Esto, por supuesto, reduce el valor de que las multinacionales se muden a Camboya, Myanmar, Vietnam o Filipinas. Ahora resulta que los ahorros por mudarse de China no son para nada tan grandes. El artículo del New York Times apunta que "algunas fábricas se han movido de todas formas, por la petición de los compradores de Occidente que temen depender de un solo país". La conclusión de un consultor de manufactura es que hay riesgos en mudarse a Camboya, pero también "hay un riesgo en quedarse en China". En cualquier caso, ¿hay algún lugar a dónde mudar una fábrica deslocalizada? ¿O es Camboya el final de la línea? El fondo del asunto es que la combinación de una desruralización ya de por sí enorme y que continúa creciendo, junto con la rapidez con que pueden aprender los obreros que sus salarios son relativamente bajos y por tanto pueden emprender acciones sindicales, ha tenido por resultado un aumento continuo en los niveles de la paga de los obreros menos calificados y como tal una presión negativa mundial de las posibilidades de acumular capital. Éstas no son buenas noticias para las grandes multinacionales. Todo esto es un elemento en lo que se ha vuelto la crisis estructural del moderno sistema-mundo capitalista. Estamos experimentando una combinación de presiones siempre crecientes en pos de austeridad para 99 por ciento con un sistema capitalista que ya no es rentable para los capitalistas. Esta combinación significa que el capitalismo como sistema-mundo está de salida. Ambos lados buscan alternativas –pero es obvio que no son las mismas. Enfrentamos colectivamente una "elección" en las décadas venideras. Una posibilidad es un nuevo sistema, no capitalista, que replique (y tal vez empeore) los tres rasgos esenciales del capitalismo: las jerarquías, la explotación y la polarización. La otra posibilidad es un nuevo sistema que sea relativamente democrático y relativamente igualitario. Este último sistema, debemos subrayar, nunca ha existido en la historia del mundo. Pero es posible. En cualquier caso, Camboya no es el futuro del sistema-mundo moderno. Más bien representa los últimos vestigios de un mecanismo que ya no ejecuta su tarea de salvar el capitalismo. Traducción: Ramón Vera Herrera © Immanuel Wallerstein fuente : La Jornada