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viernes, 27 de abril de 2012

LOS OLVIDADOS DE LA TIERRA

Edita el taller anarquista – talleruy@gmail.com CRONICAS OBRERAS 23.0412 LOS OLVIDADOS DE LA TIERRA LA LIMITACION DE LA JORNADA LABORAL DE LOS TRABAJADORES RURALES E n la Diaria de hoy la dirigente de UNATRA María Flores informa que ha solicitado entrevista con el presidente Mujica, para plantear la derogación de una norma que permite a la policía desalojar al trabajador rural despedido por su patrono. Una norma creada durante la dictadura militar que sigue vigente en nuestros días. María Flores no es trabajadora rural, es la esposa de un trabajador de tambo que fue despedido por intentar organizar a los trabajadores de su sector de actividad. Flores dice además que los patronos rurales no tienen la planilla de trabajo y que la ley de ocho horas promulgada en la administración Vázquez, cuando el ministro de Trabajo era Eduardo Bonomi y el de Ganadería era el MPP (primero Mujica y luego Agazzi) no se cumple. También Rodas, dirigente de los cañeros de Bella Unión dice que la ley de ocho horas no se cumple porque le falta la reglamentación. Lo cierto es que esa ley, que fue tan polémica, luchada y discutida durante el proceso de su redacción y luego tan festejada, una vez promulgada, como una deuda social saldada y un logro importante para cerca de cien mil trabajadores rurales está guardada en un cajón, después de ser aprobada en diciembre de 2008. Su reglamentación, esto es la definición de los criterios para la aplicación de la ley jamás se envió al Poder Ejecutivo para su aprobación. Una ley controvertida y compleja como la ley de limitación de la jornada de los trabajadores rurales, sin decreto reglamentario sería de muy dificultosa y discutida aplicación práctica. La pregunta es ¿por qué no quisieron reglamentar la Ley? Los asesores de los trabajadores rurales ¿qué opinión tienen al respecto? ¿Por qué el Pit-Cnt no incluyó nunca en sus reivindicaciones la reglamentación de la ley? Parece que ahora sí los representantes de la UNATRA comienzan a comprender que queda mucho por hacer para alcanzar un derecho que la mayoría de los asalariados, al menos en el papel, consiguieron hace casi cien años.

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