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miércoles, 30 de julio de 2008

qué pasaría si "volviera la noche" como resultado de la crísis económica?

Qué nos pasaría si "volviera la noche" como resultado de la crisis económica?

En el Uruguay siempre los temas se politizan y se manejan de forma oblicua, sin profundizar los elementos reales que dan pie a los diversos procesos, haciéndose pie – y nosotros nos sentimos también responsables de ello – para hacer un aprovechamiento político partidario de situaciones, no deseadas, que sirvieron para marcar a fuego, destruir o torcer posiciones políticas.
¿A qué vamos? Sin duda, a la facilonga simplificación que se realizó en más de una oportunidad acusando a los que detentaban los gobiernos de turno de ser los responsables “indiscutibles” de situaciones que afectaron al conjunto de la población cuya profundidad tuvo, obviamente, razones muy distintas, como ocurriera durante la crisis del 2002, de las torpezas de manejo del ministro de Economía, Alberto Bensión, que más allá de la irrealidad de su visión ortodoxa de los hechos, nunca buscó que el país sacara la cabeza de la creciente que ya desbordaba y ahogara al sistema financiero.
Por supuesto: No vale la pena aclarar al lector que quién escribe este trabajo lo hace desde una visión de izquierda y que sus ideales finalistas difieren mucho de los paradigmas capitalistas que se manejan hoy en el país. Pero, lamentablemente, a esta altura del partido, cuando el país se enfrenta a una nueva crisis, quizás de una profundidad tan grave como la mencionada anteriormente, venciendo con dificultades y con regañadientes ideológicos, algunas utopías que hay que dejar de lado, no quedando otro camino que decir que se debe esperar que la insipiente enfermedad del capitalismo dure lo menos posible, porque Uruguay, por sí solo, en un MERCOSUR que no funciona y por su pequeñez dentro de la imponencia del mundo, no tiene otras salidas que ajustarse a las “viejas” reglas del juego, tratando de mantener los actuales niveles de crecimiento y consumo. Y, desgraciadamente, como siempre ha ocurrido, después del día se viene la noche.
Y por aquí las sombras de la noche han comenzado a aparecer en el horizonte.
Ante la crisis inflacionaria, de nuevo, la receta ortodoxa de “enfriar la economía” fue la elegida por el gobierno uruguayo, aplicando el Banco Central una serie de medidas para aumentar los encajes bancarios y, de esta manera, restringir el crédito. La resolución está plenamente en marcha, sin embargo su efecto sobre el flagelo alcista no se ha podido comprobar de manera fehaciente. También se aprobó una rebaja del IVA a la importación de una lista de productos de primera necesidad, especialmente hortalizas. Sin embargo, a muchos días de estar en vigencia la medida ningún interesado se inscribió ante el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, que es el paso previo para poner en marcha la desaparición del gravamen, por lo qué la presunta competencia de productos importados de primera necesidad y baratos no aparece en el mercado para apaciguar precios que todavía no se han detenido en su camino alcista. Y por supuesto, en una definición bien clara de su línea económica, no se aplican controles de ningún tipo pese a los reclamos de la central obrera, solo ateniéndose a los que provee el mercado y la aplicación de algunos “acuerdos de precios” de muy dudosa utilidad.
Según lo que opinan varios analistas, en el mundo capitalista se estaría acercando al comienzo del fin del proceso crecimiento del precios de los commodities, dejando lugar a una especulación desenfrenada y a una recesión mundial que será más que ostensible a relativo corto plazo. Varios comentaristas señalan que el atesoramiento típico de la depresión se manifiesta en la acumulación de contratos en el mercado del petróleo, el cual funcionaría como ocurrió con el oro en la crisis del '30, cuando su cotización se disparó y obligó a la devaluación de numerosas divisas.
Pero el petróleo es una materia prima de uso mucho más extendido que el oro en la producción industrial; permitir que su cotización se siga disparando provocaría un derrumbe planetario, porque no solo modifica niveles de vida, sino que afecta también modos de producción industrial. La especulación con el petróleo y con las materias primas ni siquiera necesitó del lubricante del dinero, porque se realizó “a descubierto”, sobre la base de “promesas a futuro”, que requieren un mínimo respaldo. Cuando escribimos este trabajo para Montevideo.com. el barril de petróleo se había estabilizando en su derrumbe y ello era atribuido en la superficie a la decisión del gobierno de EEUU de autorizar la prospección en la zona oceánica, lo que estaba vedado hasta el momento.
Sin embargo algunos analistas también atribuyen al sostenido proceso de caída de los precios, verificado en los últimos días, a que el mismo es un coletazo de la crisis general que se comienza a verificar en el mundo en que los precios de los commodities, en general, caerían. O sea, la cara de la misma moneda. El mundo retornaría a sus niveles y a la tradicional división del trabajo, determinando – a diferencia de lo que hoy ocurre – que comiencen nuevamente a valorizarse la producción industrial sobre las materias primas sin elaborar.
Todo se definirá por la resolución de la crisis en los propios EEUU. Allí no es suficiente (como no lo está siendo) un aumento de tasas de interés para frenar la especulación, porque esa política que cambiaría las reglas del juego y las relaciones económicas internas, podría afectar de manera trágica a todos aquellos que no pueden hacer frente a sus deudas -sean hipotecarias, de consumo o comerciales. Dos colosos están ahora en la mira del desplome en EEUU: General Motors y General Electric.
Por ello es una verdadera torpeza criolla, propia de visiones políticas inmediatistas, seguir guitarreando la copla de que “el mundo nos necesita” o “tenemos demanda de carne y soja por otra década“; y ni qué decir del embelesamiento de algún gobernante con el desarrollo de la producción agropecuaria, producto de una situación enteramente coyuntural y de la esquizofrenia del gobierno argentino, que golpea a todas las actividades que tienen éxito y recaudan, que ha llevado a que productores, empresas argentinas y multinacionales a que planten y produzcan en nuestro país haciendo que la actividad agropecuaria se multiplique de manera importante. (el último domingo se publicó una interesante nota en el diario LA REPÚBLICA, del analista Emilio Cafassi, sobre el punto)
De revertirse la actual tendencia mundial, ¿qué nos pasaría? En poco tiempo pasaríamos de los precios altos, quizás, a las viejas políticas de los “precios sostén para salvar a las economías regionales” Esperemos que este extremo no ocurra, que algunos cambios que se han dado en nuestra estructura económica sean de carácter permanente y se mantengan más allá de la situación internacional que, obviamente, es cambiante. Como bien los saben todos los que tienen relación con la economía del mundo.
¿Qué ocurriría en nuestro país si la crisis mundial pusiera en cuestión todas las conquistas del capitalismo mundial en la última década, en primer lugar la restauración capitalista en la ex URSS y el desarrollo sorprendente e impensable de China, además del crecimiento del precio de las materias primas?
¿Si el ministro de Economía, uno de los más claros candidatos a la Presidencia de la República, ve que se derrumba su sustento publicitario armado sobre el proceso de cinco años de crecimiento del país, que más que a la situación internacional se atribuyó internamente a su severa y ajustada administración?
Ya han aparecido algunas voces que muestran diferencias técnicas sobre algunas variables económicas de nuestro país. El economísta Gabriel De Haedo afirma que el dólar está más del 7 por ciento más bajo de su nivel de equilibrio en el resto de América Latina, haciendo también otras consideraciones sobre la situación. Sin embargo, De Haedo es mirado con suspicacias desde los ámbitos políticos del gobierno y aunque su afirmación esté basada en elementos técnicos. En lugar de analizarse los mismos, estamos seguros que se “castigara” al opinante por ser a fin al partido Nacional.
Esa es una de las modalidades de la política criolla que, más allá de los hechos, de los procesos que se verifican a nivel mundial, se asignan resultados y retrocesos a quienes ocupan los gobiernos, que pueden ser analizados por sus torpezas e equivocaciones, pero nunca asignárseles la responsabilidad en el Uruguay de los coletazos de procesos de crisis que son como tsunamis gigantescos, que todo ahogan a su paso.
Un inmediatismo inmaduro que politiza toda crítica opositora y le asigna una inmersión en intereses subalternos a quienes critican aspectos de políticas específicas.
Uruguay siempre vivió en el crepúsculo, dentro de un esquema de mediocridad que fue roto en los últimos años por diversas causas, pero no solo por la acción del gobierno. De lo contrario no se explicaría el crecimiento casi similar de todos los países de América Latina.
Esperemos que no pasamos de nuevo a la noche, sino volver a un crepúsculo que abra esperanzas para que nuestro país no de vacíe de jóvenes en forma definitiva.
Y nos quede algo de esperanza en el horizonte.